jueves, 24 de junio de 2021

Concurso #SueñosdeGloria - Su primera carta

 Su primera carta


No cabía una falta de ortografía más en aquellas frases. 


Casi parecía hecho adrede: las bes y las uves se habían puesto de acuerdo para intercambiar sus legítimas gramáticas; la frontera entre la eme y la ene era cuanto menos difusa; la a, la e y la o parecían compartir la misma grafía (un irregular círculo con una línea que lo atravesaba por la parte superior) y la hache directamente no había sido invitada a la fiesta.


Ni la más benevolente de las RAEs podría haber aceptado esas nuevas y originales acepciones: aquellos atrevidos neologismos no eran comparables a unas almóndigas o una ración de cocretas.


Y sin embargo, yo no podía estar más orgullosa al leer la carta.


Apenas había un trazo recto en todo el texto. Las letras temblaban, como si el lapicero tuviera vida propia y hubiera que domarlo en cada movimiento, formando palabras desiguales en tamaño entre sí. Los renglones subían y bajaban sin criterio alguno, creando un caprichoso zigzag que se precipitaba hacia el fondo del papel. Las últimas líneas cargadas de cariño se apelotonaban en la parte inferior, apurando el espacio mal economizado a lo largo del folio.


La leo y la vuelvo a leer y me parece que es la carta más bonita que se ha escrito jamás. No hay madre que no se emocione y guarde doblada en la mesilla de noche la primera carta que le dedica su hijo pequeño que acaba de aprender a escribir. 


Pero pocas hijas podrán estar más orgullosas de un padre analfabeto que se propone alcanzar un sueño, lograr algo que la vida le negó en su juventud: aprender a leer y escribir. Y a sus 80 años, se ha lanzado a escribir: se enorgullece, pero también se emociona y se le ilumina el rostro como a un chiquillo cuando me entrega y me dedica su primera carta.


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